18 de agosto de 2017

El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires presenta la exposición "Liliana Maresca: El ojo avizor. Obras 1982 – 1994"


Liliana Maresca y Ezequiel Furgiuele con Una bufanda para la ciudad, 1985.
Fotografía: Marcos López. Imagen: Archivo Liliana Maresca
 
Esta gran retrospectiva de la obra de Liliana Maresca recorre doce años de su producción artística, desde 1982 hasta 1994, año de su fallecimiento. La exposición curada por Javier Villa –curador senior del Moderno– parte de un trabajo de investigación que comenzó hace cuatro años, con el cual el Museo se propuso rendirle homenaje y recuperar la potencia de una artista sumamente necesaria para entender el presente, y así mantenerla vigente y accesible para todos.

Victoria Noorthoorn junto al curador Javier Viila y la hija de la artista
 
Victoria Noorthoorn, directora del museo, explica la relevancia de esta exposición en el catálogo que acompaña la muestra: “Hoy en día, cuando el rol social del artista se encuentra tan desvalorizado, es de particular importancia para el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires llamar la atención sobre una figura de quiebre en la historia del arte argentino, cuya práctica continúa interpelando directamente a nuestra sociedad con una obra sincera y a todas luces provocativa y desafiante”.
 
Javier Villa, curador de la exposición 
 
Liliana Maresca fue una figura emblemática para la escena de las artes visuales de los años 80 y 90, una de las constructoras más activas de esa comunidad artística interdisciplinaria gestada hacia el final de la última dictadura militar. Fue una artista cuya obra confrontó de manera crítica problemas centrales para la sociedad, como lo fueron la situación política del país en los años 90 y el VIH, que la afectó personalmente. En palabras del curador, “Maresca puso su propio cuerpo ante todo y, expandiéndose desde ese cuerpo a su entorno íntimo, a la escena artística y a la sociedad, tuvo la capacidad de captar y retransmitir como si fuese una poderosa antena aquello que era central y acuciante en un contexto agitado”.

A través de esta exposición y de su investigación previa, el Museo de Arte Moderno busca profundizar el importante trabajo realizado para la muestra "Transmutaciones" -primera retrospectiva de Liliana Maresca-, exhibida en 2008 en el Museo Castagnino+Macro, de Rosario, y en el Centro Cultural Recoleta, de la Ciudad de Buenos Aires. Por ello, en esta ocasión, se reconstruyen por primera vez cinco instalaciones para acercar al público la sólida práctica de la artista.

Sin título, de la serie “Liliana Maresca con su obra”, 1983. Fotoperformance.
Fotografía: Marcos López. Imagen: Archivo Liliana Maresca
Liliana Maresca nació en 1951 en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. A principios de los años 80, comenzó a producir esculturas a partir del ensamblaje de basura que recogía de la calle. En estas piezas reflexiona sobre la tortura que pocos años antes padeció toda una generación, sobre el cuerpo de la mujer, la sexualidad y sobre el rol que debía ocupar el artista en la sociedad. Esto puede verse en la serie de fotografías que realizó en colaboración con Marcos López: “Liliana Maresca con su obra” (1983). Junto al mismo fotógrafo, la artista llevó a cabo otras tres series en 1984. Como afirma Villa: “El cuerpo de Maresca nunca será restringido o disciplinado, del mismo modo que los objetos que produjo en esos años no fueron estáticos o autónomos. Siempre pondrá el cuerpo para embestir su contexto en forma vital y vehemente; su cuerpo siempre estará presente y siempre mutará, como el cuerpo social muta, como la escena del arte muta, como sus objetos mutan”.
Durante esos años, Maresca amplió su trabajo: pasó del cuerpo individual a un pensamiento sobre el cuerpo social. Lideró una serie de proyectos colectivos que tuvieron como finalidad “poner el cuerpo en democracia” y volver a conectar el arte con la sociedad y la sociedad consigo misma. 

E. T. A, 1988. Ramas, bronce y madera laqueada. Fotografía Facundo de Zuviría. Colección Eduardo F. Costantini. Imagen Archivo Liliana Maresca
 
En 1987, Maresca recibió la noticia de que era portadora de VIH. Si bien desaceleró su producción durante dos años, al volver a la escena en 1989, lo hizo en forma enérgica.
Proyectos como No todo lo que brilla es oro, La Cochambre. Lo que el viento se llevó y Recolecta muestran un giro material en su obra, a partir del que trabajará con materiales orgánicos, como ramas de árboles, y otros tradicionales como el bronce.
Durante este período, la nueva coyuntura neoliberal y el SIDA constituyen el trasfondo de varios de sus proyectos, aunque Maresca nunca se referirá de manera directa a la enfermedad. Comenzará a elaborar imágenes arquetípicas, como la esfera y el cubo (vinculadas, respectivamente, a lo celestial y lo terrenal), pero también incorporará el color dorado, relacionado tanto con la alquimia, la transformación y la trascendencia espiritual, como con el dinero y la violencia capitalista, referencia que abarca desde la creciente pobreza en la Argentina (Recolecta) y la guerra por el petróleo iniciada en el Golfo Pérsico (Wotan Vulcano), hasta los genocidios aborígenes por el oro colonial (El Dorado).
 
Mascaritas, ca. 1994. Técnicas y medidas diversas. Archivo Liliana Maresca
En sus últimos tres proyectos volverá a aparecer con fuerza el ofrecimiento de su cuerpo vinculado a la comunicación con el otro.
En sus últimos años de vida, Maresca dibujó Mascaritas, que pueden entenderse como una reconstrucción simbólica de la comunidad que la acompañó durante su carrera y a lo largo de su enfermedad. Son obras surgidas de la tenacidad y la fragilidad de un cuerpo cansado; dibujos realizados con materiales simples, livianos y fáciles de manipular, canalizados por trazos rápidos, lineales, y colores estridentes. Son rostros cuyo principal destino es formar todos juntos una multitud. 


Javier Villa señala sobre la figura de Maresca: “Nos lega una forma de trabajo que expresa firmemente cómo pararse frente al arte, frente a la vida y a los otros, frente al tiempo y al contexto tanto político como personal”. Y continúa: “Una artista consciente de la importancia de su rol en la sociedad, que se entrega a ella, que denuncia, que evita la comodidad, la indiferencia y el egoísmo. Una obra que perdura tanto a través de los objetos y documentos que fueron preservados, como de su potencia y determinación sobre la necesidad de cambiar el mundo”.

La exposición está acompañada por un libro monográfico titulado "Liliana Maresca", con textos de Javier Villa, María Gainza y una cronología biográfica realizada por Laura Hakel. La publicación fue diseñada por Gastón Pérsico y Cecilia Szalkowicz e incluye todo el material exhibido en el Museo, además de obras inéditas, tales como fotografías de Alejandro Kuropatwa.
Esta exposición y su catálogo cuentan con el importante apoyo del Consejo de Promoción Cultural de la Ciudad de Buenos Aires. 
La exposición se puede visitar de martes a viernes de 11 a 19 horas, y sábados, domingos y feriados de 11 a 2 0horas en Avenida San Juan 350, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Entrada general: $30. Martes: gratis.